Han sido muchos los casos enigmáticos sin resolver a lo largo de la historia, ya que, si bien la policía hace sus mejores esfuerzos para seguir la huella de los involucrados, se sabe de personas que han burlado hasta las técnicas más especializadas para descifrar el misterio de sus actos. En esta premisa se basa “The Last Days of Peter Bergmann”, un cortometraje irlandés de 20 minutos producido en 2013 por el director Ciaran Cassidy, y que refleja una dura realidad social que intentamos ignorar, la soledad.
¿Qué se cuenta en el corto?
El cortometraje cuenta la historia real de un reservado hombre mayor que llega a hospedarse en el Hotel Sligo City, pasando desapercibido para todos. Sin embargo, al tercer día, desaparece y es encontrado muerto en la orilla de una playa cercana. Cada escena se va desarrollando con diversos testigos de la presencia del misterioso hombre en el hotel, en la ciudad, en el autobús, en la playa y entre otros lugares que visitó el fin de semana de, lo que parecían, eran sus vacaciones.
A medida que los testimonios sobre el protagonista se van desencadenando previo a saber sus intenciones finales, cada pieza va encajando en torno a las pruebas visuales de las cámaras de seguridad del edificio donde se hospedó y las calles que recorrió con tanta calma.

¿Por qué contar esta historia en formato documental?
Una de las claves para que el corto tuviera el impacto que merecía la historia real era exponerla como documental. La humanidad de las palabras que entregan las personas que presenciaron los últimos días de vida de Bergmann mantienen al espectador consciente de la crudeza de una vivencia auténtica, aunque parezca ficción por lo extraordinario de su desenlace.
Al enterarnos como público de que el hombre mintió sobre su verdadera identidad, que se deshizo lentamente de todas sus pertenencias personales y que mandó sus últimas cartas a alguien que nunca se descubrió, quedan más preguntas que respuestas sobre el caso.
El juego de suponer, con base en lo que se descubrió más adelante, solo expone ante nosotros una historia incompleta, probablemente dolorosa y difícil, de quien fue un llamado de atención sobre la salud mental de la población del pequeño pueblo. Gracias al vaivén de un misticismo narrativo, conjugado con una base objetiva de los policías, la historia nos toca de manera profunda, mejor que cualquier película fantasiosa y melodramática.

¿Qué distingue a este misterio de tantos otros?
La cotidianeidad, la simpleza y la lentitud con que se va tejiendo el relato es lo que lo resalta de tantos otros documentales y cortos sobre misterios sin resolver o morbosos casos policiales. Aquí no hay violencia, no hay mentes criminales excéntricas, solo hay un hombre, solo y mayor, viviendo un tranquilo viaje como si fuera rutina. No hay intenciones de heroísmo desesperado ante la muerte inminente, ni grandes actos para que Bergmann fuera recordado, sino al contrario. El hombre mismo se bajó el perfil, casi parece que hubiera invisibilizado su existencia en los videos que lo retratan. Solo él, su bolsa morada y su traje elegante.
Las razones por las que se quitó la vida parecían advertir dolor corporal y emocional. El corto mismo revela que en la autopsia del cuerpo se encontró un avanzado cáncer que no estaba siendo tratado ni mitigado con pastillas. Luego de su deceso no había manera de identificarlo, ya que mintió en sus datos personales registrándose en el hotel y no tenía ningún contacto que preguntara por él. Su solitaria muerte y su desesperado y planificado intento de desaparecer a toda costa es lo que vuelve este enigma tan dolorosamente interesante.

¿Qué conclusiones sacamos del mini documental?
Reflexionando a través de la historia del supuesto Peter Bergmann, hay mucho que destacar para bien y para mal. Por un lado, mucho de lo positivo que se deduce del cortometraje va de la mano con la figura del protagonista, que vivió sus últimos momentos con amabilidad, calma y aprecio por las pequeñas hazañas de la vida.
Una de las cosas que más llama la atención de quienes testifican en el video es la simpleza con que existió el hombre mayor en su corta estadía en Sligo Town, en cómo vistió siempre elegante y fue educado con todos lo que lo rodearon, desde el servicio del hotel, hasta la pareja que lo saludó en la playa. Nunca perdió los estribos, ni hizo un gran escándalo, solo se limitó a no estorbar a nadie con su silenciosa existencia.

Por otro lado, lo negativo queda para nosotros, el público y todos lo que seguimos viviendo después de Bergmann; por lo radical que tuvo que ser su final para que entendiéramos mejor parte de su historia y sus enigmáticas acciones. La soledad, característica tan arraigada en la sociedad actual, invadía la vida del protagonista, y nos hace cuestionarnos si quizás una palabra amable o una pequeña charla de parte de las personas de Sligo Town pudieron haber hecho cambiar de opinión al hombre.
Tal vez un poco de atención o preocupación de parte de su entorno lo pudo haber ayudado y apoyado en todo lo que estaba sufriendo. Nuestro individualismo social pesa e incómoda cuando llegan estas reflexiones audiovisuales tan profundas e impactantes, y si este corto ayuda a la población a hacerse más consciente de esto, este gran homenaje a la vida habrá valido la pena.
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